Alaska es el estado más grande de Estados Unidos y, probablemente, uno de los más bonitos, gracias, principalmente, a la preservación de su salvaje naturaleza. Sus diferentes paisajes con grandes montañas, fiordos, ríos, lagos y glaciares permiten realizar innumerables actividades al aire libre, como la pesca.
Alaska cuenta con 76.100 kilómetros de costa, más que la suma total de los estados que constituyen Estados Unidos. Gracias a su extensión, más de la mitad de la producción pesquera estadounidense procede del país.
Su clima es muy diverso, con temperaturas máximas que pueden alcanzar los 30°C en verano y los -45°C en invierno. Por tanto, los mejores meses para visitar el país son los que comprenden la temporada estival, con 20 horas de luz al día para realizar tantas visitas como podamos. Además, desde mediados de julio a mediados de agosto se puede disfrutar de la subida de los salmones río arriba.
En las aguas alaskeñas habitan actualmente las poblaciones más numerosas y sanas de salmón salvaje del mundo. La denominación “salmón salvaje de Alaska” hace referencia a cinco especies que nacen y viven su primera época en aguas dulces y después pasan su vida adulta en las aguas saladas del océano Pacífico del Norte. Regresan al río donde nacieron para desovar y morir después.
Estas cinco especies, las cuales se comercializan en Alaska, son las siguientes: el Salmón Real, la de mayor tamaño con un peso aproximado de entre ocho y nueve kilos, que podemos degustar en los mejores restaurantes del país; el Salmón Rojo, de tamaño mediano con una forma más final que el resto, que se transforma en un ahumado al frío de un color rojo excepcional; el Salmón Plateado, el más similar al que habita en el Atlántico; el Salmón Keta, que produce el caviar de salmón más grande del mercado y apreciado; y el Salmón Rosado, la especie de menor tamaño y la más abundante.
Otra de la población más abundante en las frías aguas de la costa alaskeña es el “pescado blanco”, con gran demanda a nivel mundial. Esta denominación abarca numerosas especies que viven en el fondo del océano, como el Bacalao del Pacífico o de Alaska, que puede vivir en aguas de hasta 500 metros de profundidad; el Bacalao Negro, que vive por debajo de los 200 metros; el Colín o Abadejo de Alaska, la especie más abundante del mar de Bering y la segunda en el Golfo de Alaska; el Halibut o Fletán del Pacífico, los peces de mayor dimensión del océano; y, entre muchos otros, la Limanda, con una longitud de unos 50 centímetros.